
El cáncer se encuentra entre las principales causas de muerte en todo el mundo y es responsable de 14.1 millones de nuevos casos (1). Se le atribuye, aproximadamente 1 de cada 6 muertes (2). Es decir, es una enfermedad que plantea grandes desafíos en su diagnóstico y tratamiento, para determinar diversas estrategias que reduzcan su carga epidemiológica. En Ecuador, los registros correspondientes al año 2018 mostraron que la mortalidad por cáncer antes de los 75 años es del 7.3% (3). Estos valores pueden variar entre los tipos de cáncer, por ejemplo, el cáncer de pulmón, hígado, estómago y mama que tienen mayor mortalidad (4).
Al inicio de la pandemia, en China, según los datos de vigilancia a nivel nacional, la infección por coronavirus se presentaba en 1.3% de los pacientes con tumores malignos, proporción mayor que la incidencia general de tumores malignos en el país (0.3%) (5). Razón por la cual, se empezó a estudiar el riesgo a desarrollar una infección más grave y su mortalidad en este grupo de pacientes prioritarios.
En términos de aumento de gravedad según el tipo de neoplasia, se reporta que las neoplasias malignas hematológicas, al igual que las neoplasias pulmonares se asocia con casi dos veces más riesgo de gravedad de COVID-19 (OR 1.90; 95% IC: 1.30 – 2.80) (6). Además, los pacientes con neoplasias hematológicas parece que tienen un peor pronóstico que los tumores sólidos (7).
Hasta ahora se conoce que los pacientes con cáncer y COVID-19 tienen dos veces más riesgo de muerte (OR 2.34; IC95%: 1.15–4.77; p=0.03) y casi tres veces más riesgo de ingreso a la Unidad de Cuidados Intensivos (OR 2.84; IC95%: 1.59–5.08; p=< 0.01) que aquellos pacientes sin cáncer (8). La mortalidad en pacientes oncológicos con COVID-19 es dependiente del tipo de cáncer, el estadio y la edad, sin embargo, en general se reporta alrededor de 20-30% de probabilidad (9, 10 y 11).
La mortalidad en pacientes con neoplasias pulmonares parece ser ligeramente superior (33%) en comparación a otros tipo de neoplasias, esto podría deberse al grado de afectación de base que presenta el paciente en uno de los órganos diana del SARS-CoV-2 (11,12).
Si se compara con los pacientes con tumores no malignos, los pacientes con tumores malignos tienen cinco veces más riesgo de desarrollar una infección más grave (OR 5.34; IC95%: 1.80–16.18; p=0.0026) y más de tres veces que el deterioro de la salud sea acelerado (HR 3.56; IC95%: 1.65-7.69; p<0.0001; ajustado para la edad) (13).
Por lo tanto, ante estas cifras alarmantes, se deben proponer diferentes estrategias para precautelar la integridad de los pacientes oncológicos como la disposición de medidas de aislamiento durante la atención ambulatoria o de emergencia para pacientes con cáncer o sobrevivientes de cáncer hasta que termine su valoración médica, minimizando el riesgo de contagio. Además, se debe considerar una vigilancia o tratamiento más intensivo cuando los pacientes con cáncer están infectados con SARS-CoV-2, especialmente en pacientes adultos mayores o con otras comorbilidades. A medida que avanza la lucha contra la pandemia, entendemos la necesidad de enfocar los recursos hacia los grupos más vulnerables.
Referencias:
4. Bray F, Ferlay J, Soerjomataram I, Siegel RL, Torre LA, Jemal A. Global cancer statistics 2018: GLOBOCAN estimates of incidence and mortality worldwide for 36 cancers in 185 countries. CA Cancer J Clin. 2018;68(6):394-424.
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